¿APOLOGIA DEL DELITO?
Deseando condenar el delito, se le exalta cayendo en su apología
Ulises Casas Jerez
Critica Política Numero: 215.
Como en el capitalismo todo se vende y se compra, el delito se convierte, también, en una mercancía así él sea un medio de adquirirla en sus más excéntricas manifestaciones, de la misma manera como se convierte al ser humano en mercancía.
En estas condiciones, llevar a la televisión y, en general, a los medios de comunicación el fenómeno delincuencial, es un gran negocio; en su ejecución el actor principal, el delincuente, se convierte en otra mercancía acumulando lo que es él, como otra mercancía de gran valor para los que lo llevan al escenario audiovisivo.
La audiencia masiva de la sociedad capitalista consumista se encuentra en los espacios de la instintividad. Los grandes sectores sociales se hallan ubicados en las grandes ciudades del planeta; son como enjambres de abejas en celdas de diversos tamaños y de miserables viviendas, así como de excéntricos espacios en donde se alojan los poderosos económica, social y culturalmente. Hay una identidad entre poderosos y miserables: su instintividad en lo que se refiere al dominio de los sentidos: los ricos los saturan y exceden y los pobres desean lograr lo mismo o más. En esa finalidad, el delincuente es quien rompe la norma que sostiene a los primeros en el goce; por ello es admirado por los segundos, los pobres e incluso los no pobres pero sin el poder de los poderosos a los que se acerca sin poderlos igualar o superar; la situación del nuevo rico es extravagante porque intenta igualar a los que lo son por tradición pero sin los elementos que son naturales a éstos. Un nuevo rico llena de libros un salón de su gran residencia, muchas veces sin saber leer, porque los ha visto en la residencia del burgués culto y rico.
El éxito de películas como “El Padrino” consiste en que el enriquecimiento por medio del delito llevado a cabo por “la familia” es presentado de tal forma que excita la imaginación y a la vez realiza una obra muy bien confeccionada en escenarios y actores. La violencia es un elemento que todo humano lleva como trascendencia de su primitivismo; al ser un medio para obtener poder, es magnificada en la mente de la población, incluyendo la que se encuentra en el poder; la llegada ese poder se logró violentamente y violentamente se conserva. Un ejemplo histórico se encuentra en los pueblos conquistados; como el nuestro en donde el español engendra al criollo y éste recibe de aquel lo conquistado tanto material como culturalmente.
A quien favorece, sustancialmente, la apología de la violencia es al sector social dominante, porque la puede combatir con la norma institucional; es decir, con la ley, la que ha sido promulgada por sus representantes en la rama del poder público, el poder legislativo, amparada por el poder judicial y sostenida por el poder ejecutivo y sus órganos policiales.
Si el sector popular intenta imitar al protagonista de la obra literaria, cinematográfica o audiovisual, puede prever que su final será el mismo o similar: la muerte a manos de la policía o la cárcel del sistema que pretendió desafiar. La apología del delito es castigada cuando no sirve al régimen y su estructura material, política y cultural; cuando le favorece es presentada como algo ejemplarizante.
Lo que es real es que el delito es un fenómeno social de relativa y subjetiva interpretación; por ello el poder judicial posee instancias dentro de cuyo escenario tanto se puede condenar como absolver; todo depende del personaje a quien se juzgue, las circunstancias dentro de las cuales delinquió y los intereses que represente.
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