Santos y la oposición popular
Reinaldo Spitaletta
El expresidente Uribe y sus adláteres han querido establecer una suerte de diferencia entre el gobierno pasado y el actual de Juan Manuel Santos.
El asunto, sobre todo generado mediante el limitado pero reproducido sistema de twitter, ha hecho que algunos informadores (?) y analistas sostengan, con un equívoco mayor, que el principal opositor del gobierno de hoy es el exmesías del Ubérrimo.
Y uno creyendo que el opositor de Santos ha sido hasta ahora, por ejemplo, el Polo Democrático, que desde el principio de este gobierno advirtió, a contracorriente de otros partidos, que expresaría su repulsa a la llamada Unidad Nacional. O que el opositor mayor de este cuatrienio –que Santos también, como su antecesor, quiere convertir en doble cuatrienio- sería la gente, que a la postre es la que padece todos los desafueros de un gobierno oligárquico como el actual.
Pero no. Se quiere hacer creer a la opinión pública –cualquier cosa que ésta sea en Colombia- que el máximo opositor a las políticas santistas, que son una continuación perfeccionada de las anteriores, es el expresidente Uribe. Veamos. Lo que manifiesta Uribe en sus cacareados trinos es menuda frente a los temas de fondo. Que tal vez en este gobierno se dio de baja al Mono Jojoy y Cano, mientras en el del señor de la sombra hubo muchas más bajas de “la Far”. Y así por el estilo.
Que se sepa, no se conoce ninguna posición de fondo del hombre que se comportó como un excelente peón de la política exterior estadounidense, frente al Tratado de Libre Comercio, que comenzará a regir en mayo. No se advierte ninguna crítica al peligro que tendrá la agricultura nacional y el rubro de seguridad alimentaria, frente a las ventajas que otorga el tratado a los norteamericanos. Se sabe que el libre comercio liquidó, digamos, el cultivo de trigo en el país. El noventa y nueve por ciento del trigo que se procesa en Colombia es importado.
Y no se ha visto que Uribe y sus paniaguados hayan construido un discurso en contra de esa aberración. Claro, si es que todo se montó en los ocho años del gobierno pasado. No ha dicho ni “mu”, por ejemplo, sobre la inundación de productos de la dieta básica que hará el TLC en el país, al tiempo que Colombia sólo podrá vender allá productos en el denominado “mercado étnico”. O como lo señalara el Polo Democrático: solo tendrá la posibilidad de llevar productos “para algún colombiano nostálgico que en Estados Unidos suspira por el cilantro o el bocadillo veleño”.
Entonces uno no se explica cómo se dice que Uribe (que para el efecto sigue contando con algunos medios de comunicación también nostálgicos de los tiempos del autoritarismo) es el principal opositor de Santos. Que se sepa no se conoce pronunciamiento de Uribe, verbi gracia, sobre la constante alza de la gasolina. Los colombianos pagan dos mil pesos más cara la gasolina que en Estados Unidos, y el tema tiene que ver con la privatización que hizo Uribe de Ecopetrol: parte de las ganancias de la petrolera pasan a los accionistas privados.
No se han visto los cuestionamientos uribistas, por decir algo, a la aberrante Ley Lleras, que se promulgó para cumplir con los dictados de Washington y su tratado de libre comercio. Uribe y Santos son servidores de las transnacionales, del Fondo Monetario y de la Casa Blanca. Perritos falderos del Tío Sam. Con la diferencia que hoy, en la que se bautizó en los tiempos del jinete como la “Casa de Nari”, está un alumno aventajado de la oligarquía y de los intereses extranjeros.
El gran opositor a Santos es el pueblo colombiano, que cada vez es más consciente del papel de traidores a la patria (término envilecido por el uribismo) que cumplen sus gobernantes. Es la gente que padece desempleo, mal trato en la salud, que carece de acceso a la educación y la cultura, y que cada vez aumenta su miseria, la que ahora se opone a las políticas antipopulares del gobierno. Y ahora que tanto se habla de prostitutas, en la calle se dice que tanto el uno como el otro gobierno han ejercido de rameras frente a los Estados Unidos. Lo que no se sabe aún es a cuál han “conejiado” más.