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INFORMALIDAD Y PRECARIZACIÓN LABORAL AZOTE DE LA JUVENTUD

La informalidad y la precarización laboral azotan a la juventud bogotana 


El robot nueva forma de rebusque

notiagen 

En el año 2010 un grupo de jóvenes investigadores entre los que se encuentran Andrea Marcela Cely y Cristóbal Silva González, adscritos al Instituto Nacional Sindical, Cedins, realizaron una investigación sobre la Informalidad y la Precarización laboral de los jóvenes. Este proyecto de investigación, dicen sus protagonistas, “permitió un acercamiento a la cruda realidad de la actual clase trabajadora” revelándose una profunda problemática social, que incuba malestares y descontentos.

Colombia Informa aborda esta entrevista en dos partes, en la cual sale a flote la situación que viven miles de jóvenes trabajadores.

Colombia Informa: ¿Cómo surge la idea de esta investigación?

Cristóbal Silva: La evidencia de la precarización laboral salta a la vista y es un problema que desde el Instituto veníamos trabajando hace unos años. En el año 2010 presentamos a la Subdirección de Juventud de la Secretaría de Integración Social una propuesta de investigación para caracterizar las condiciones de trabajo de la juventud trabajadora en Bogotá, iniciativa que estuvo apoyada por la Central Unitaria de Trabajadores CUT y la OIT.

CI: ¿Cuáles son las principales problemáticas que afectan en lo laboral a los jóvenes?

Andrea Cely: En términos de derechos, en este momento, hay una ausencia de reconocimiento de los jóvenes como trabajadores por varias razones. Primero porque estamos en medio de un escenario de flexibilidad laboral que ya de entrada hace que a ningún trabajador se le reconozcan sus derechos o que se le violen de una manera universal. En los jóvenes en particular esta condición ha hecho que se les vea como mano de obra barata en reserva, como una reserva del capital que puede manipular y manosear fácilmente, porque lo que encontramos en las cifras es que a los jóvenes les pagan casi la mitad de lo que le pagan a un adulto trabajador; las condiciones de trabajo, los contratos laborales son de palabra, son de familia, son en el barrio y los jóvenes crecemos en ese escenario sin tener conciencia que antes, en otro momento, las luchas laborales de abuelos y padres dieron pie para que pudieran tener por ejemplo contratos fijos y estabilidad.

CI: ¿ Y hoy que está el debate de la educación en el centro ¿cómo influye el modelo educativo en esa precarización?

Andrea Cely: Directamente. Precisamente para la investigación decidimos hacer trabajo de campo mediante talleres en institutos de formación para el trabajo como el instituto Triangulo, la Fundación San José y la Universidad Antonio Nariño que en este momento ofrecen un escenario accesible de estudio y trabajo para estos jóvenes. Es mucho más fácil para ellos acceder a este tipo de institutos que ofrecen un programa rápidos con unos conocimientos básicos para salir pronto a desarrollar un trabajo medio.

Encontramos que la lógica de las reformas estudiantiles, laborales y la del primer empleo generan un escenario con condiciones favorables para la explotación laboral de los jóvenes en unos sectores específicos, especialmente en la venta de servicios.

Los otros procesos, por ejemplo la industria o la tecnología están limitadas a algunos trabajadores y algunos jóvenes con algún tipo de formación. Pero en general los jóvenes están siendo formados en institutos como el Sena o en otros con programas educativos dirigidos hacia temas particulares que no ofrecen un nivel de ingresos muy alto ni estabilidad laboral.
Andrea Marcela Cely y Cristóbal Silva González, autores de la investigación

CI: En una situación de tercerización, de precarización laboral: ¿son posibles los procesos de organización social?

Andrea Cely: En la investigación hubo una experiencia interesante ya que de entrada el equipo de trabajo, no solo estaba constituido por jóvenes trabajadores, sino que también teníamos la intención de juntarnos frente a lo organizativo. Eso nos impulsó a hablar con los jóvenes en esos términos, de si veían en la posibilidad de organizarse una garantía para mejorar su condición de vida como trabajadores y básicamente en todas las entrevistas encontramos que efectivamente el organizarse era una posibilidad de mejorar sus condiciones.

Por otro lado encontramos que tal como están actualmente los sindicatos no son un referente organizativo. Los sindicatos exigen que tengas un contrato laboral para poder oficializar la afiliación y el descuento. Hay jóvenes, digamos, los artistas, los peluqueros, los que trabajan en los bares, que no tienen esa opción de pertenecer a un sindicato y tener dirigentes; por eso hablábamos de la asociatividad o de las redes de comercio, o redes de ayuda y solidaridad. Podrían ser opciones, no necesariamente estamos negando los sindicatos como posibilidad; lo que estamos diciendo es que para la mayoría de estos jóvenes, en estas condicione,s los sindicatos hoy no son la mejor opción como referente organizativo.

CI: ¿Y por qué centraron la investigación en los jóvenes, la precarización sólo los afecta a ellos?

Cristóbal Silva: La precarización es una condición de la vida de todos los trabajadores y sus familias, pero habíamos detectado en la construcción de marcos de referencia teórica un llamado de atención sobre lo que algunos sociólogos denominan generación de baja intensidad. ¿Qué significa generación de baja intensidad? Según algunos análisis significa que se ha levantado un gran ejército laboral de reserva funcional para el capital y que se caracteriza por la baja de salarios, imposición, mayor explotación laboral y ausencia de derechos, sin conciencia de los mismos y sin un futuro asociado precisamente al trabajo. Es una generación a la cual se le niega la dignidad que surge de los derechos.

Otra cosa que encontramos fue lo que se llama generación cero lastre, que son aquellos jóvenes responsables de los intereses de las grandes corporaciones, que renuncian a tener familia, vínculos afectivos, de reconocimiento de otros para poder acceder a los bienes y al consumo que le genera el mismo capital.

Entonces tenemos una generación de baja intensidad y una generación muy reducida de futuros empresarios (cero lastre), de futuros gerentes de corporaciones: entonces el centro de la dinámica y de las contradicciones del capital – trabajo si se están centrando en los jóvenes.

Pero evidenciar esta situación también representa un reto de cómo superar lo que ha planteado el capital, esas nuevas subjetividades que tenemos que empezar a trabajar de otra manera para hacer del trabajo, actividad humana física intelectual, un elemento constituyente de sentido político organizativo para disputarle al capital en sus diferentes manifestaciones y lógicas de dominación y explotación.

Sería muy importante pensar en un proyecto educativo que no forme seres competitivos, individualistas, mezquinos tecnócratas, sino seres más integrales que estén pensándose en los retos políticos, en los retos éticos, en la posibilidad misma del trabajo como una actividad humana que puede generar dignidad.
Desempleo y desesperanza

Andrea Cely: Casi que se aprovecha de la condición juvenil, de que es flexible, de que es todero, de que le puede hacer aquí y allá hoy, mañana. Digamos que se aprovecha esa imagen que se tiene del ser joven, de la figura de lo que implica ya no ser niño o niña y poder trabajar pero tampoco ser adulto y ser responsable. Desde una perspectiva cultural se aprovecha en términos materiales para sacar producto de esa condición. Es aprovecharse de esa imposición de flexibilidad, no solo del trabajo sino de la vida, y de que el joven puede aceptar eso porque lo necesita, porque no tiene nada más que hacer, porque ya dejo de estudiar y no puede seguir estudiando en la universidad y le pueden ofrecer lo que sea porque lo va aceptar. Es lo que llamamos hacer de ti una reserva que se puede coger fácilmente y soltar fácilmente.

CI: Al parecer el mundo que les ha tocado vivir a estos jóvenes es muy difícil. De forma más amplia ¿Cuál es el contexto social y laboral en que se mueven los trabajadores actualmente?

Cristóbal Silva:Hoy se habla de las diferentes expresiones de la crisis del capital que no solamente es financiera sino que también ha afectado a la economía productiva, que no solamente se reduce a lo económico, sino que también está muy ligado a la crisis energética, alimentaria, hídrica, a la crisis ambiental. Algunos teóricos afirman que es una crisis del proyecto de civilización capitalista.

Dentro de esas coordenadas es que podemos entender lo que sucede en Europa y su crisis. Crisis que ha venido acompañada con una estrategia criminal contra los derechos de los trabajadores que fueron logrados históricamente. Esa estrategia tiene que ver con el cambio del sentido de los estados que ya no son garantes de la constitución y los derechos de los asociados, sino garante de los derechos del capital; por eso han implementado reformas tributarias, reformas laborales, y reformas pensionales para desmantelar lo que históricamente pelearon los trabajadores.

La imagen misma de los contratos es muy importante, porque cuando hay un contrato laboral, a usted se le reconoce como un sujeto de derechos, un sujeto político que puede organizarse sindicalmente. El capital ha golpeado ese derecho y por eso la gran mayoría de los trabajadores que laboran en el mundo no tienen contratos. Según la OIT (Organización Internacional el Trabajo) algo más del 75% de las personas que trabajan no tiene contratos laborales en el mundo y en América latina son mas espantosas las cifras y en Colombia lo mismo y principalmente con ese actor generacional que son los jóvenes.

Otra variable tiene que ver con la reducción de la tasa de salario; cada vez es más utópico que los trabajadores puedan tener acceso a un salario que les permita adquirir bienes y servicios. Un salario que se acompañe de prestaciones sociales, de seguridad social e industrial. Es por eso que en la investigación nos atrevíamos a decir que lo que sucede en el mundo es un genocidio estratégicamente diseñado por el capitalismo en crisis para acabar con los derechos fundamentales asociados al trabajo y para generar lo que hemos visto en el mundo como el cierre y privatización de hospitales y el acceso a servicios esenciales como el agua potable y lo demás.

En Colombia de cada 100 trabajadores más del 65% está en el sector informal. Los vemos en las calles vendiendo dulces, eso no es algo de abstracciones sino que cotidianamente en cualquier ciudad de este país vemos a jóvenes en el rebusque y a ancianos arrojados en las calles sin seguridad social, sin posibilidades de acceder a una pensión, ni un salario que le permita satisfacer necesidades básicas. Colombia es de los países del mundo con menores tasas de sindicalización; de 100 trabajadores en Colombia, 4 están sindicalizados, el 96% de la población no tiene posibilidad de acceder a un derecho fundamental peleado política e históricamente por la clase trabajadora. Ya sabemos que con las nuevas subjetividades generadas por el capital el sindicalismo para muchos de los jóvenes no le dicen mayor cosa. No hay conciencia de sus derechos, no hay interés de organizarse y desafortunadamente algunos sindicatos se han quedado en sus reivindicaciones estrictamente gremiales y no han comprendido esta realidad.

Otra cifra que produce estupor es que Colombia ocupa el tercer lugar del mundo con los mayores niveles de inequidad y distribución de la riqueza después de Angola y Haití. Esto tiene que ver con la lógica de la guerra y una lógica de la guerra en función de los procesos de acumulación de capital, porque se han destruido los escenarios como los sindicatos; Colombia hoy en día el país más peligroso para ejercer los derechos y las libertades sindicales según la organización Internacional del Trabajo (OIT); y es esa destrucción del sindicalismo como movimiento social y político lo que ha permitido que Colombia ocupe un tercer lugar en el mundo en ese lugar de la Inequidad y de la distribución de la riqueza de forma desigual.

Precarización laboral en Bogotá

CI: Ustedes afirman que en el imaginario de los jóvenes los sindicatos no son una alternativa; pero entonces ¿qué caminos les quedan a estos miles de precarizados?

Andrea Cely: Yo diría que primero no es desecharlos de entrada sino presionar para que lleguen nuevos actores como los jóvenes. Espacios de acción como los sindicatos y las centrales obreras son para estar presionando y que se comprenda este escenario juvenil, se activen mecanismos de parte de ellos para poder generar la organización de estos trabajadores. Se ha visto en algunos sindicatos que están dispuestos a hacerlo y ya lo están haciendo.

Esta investigación es una primera aproximación al problema y tiene sus propios límites, por eso hay que seguir trabajando sobre el tema. Desde nuestra realidad sabemos que no se trata solamente de leer uno u otro libro sino que estamos viviendo directamente esta situación y con los jóvenes con los que trabajamos fue lo que vimos: que no es lo mismo generar una asociación de trabajadores ambulantes o de artistas a crear una red o una asociación en un barrio en donde se puedan encontrar. Creo que hay que entender, que hay que estar apostándole a muchos escenarios al mismo tiempo y no desechar ninguno.

CI: Lo que ustedes describen muestra un alto nivel de violación a los derechos humanos ¿Qué tan grave es esa situación?

Cristóbal Silva: Los estados hoy están al servicio de los derechos del capital en detrimento de los derechos fundamentales de la sociedad. Por eso haber destruido el movimiento sindical como lo hicieron las oligarquías colombianas en contubernio con los grandes capitales (La Drummond, Chiquita Brands, la AngloGold Ashanti, la Pacific Rubiales hoy en el Meta, la BP British Petroleum, La petrolera Oxy, entre otras) ha tenido la intención de destruir un actor político importante que le disputa al capital la distribución de la riqueza y el ingreso. Esta es una dinámica de acumulación desde la violencia, desde el terror, desde el desarraigo, desde la liquidación de los derechos de los campesinos y los trabajadores: es una clara expresión de lo que se llama terrorismo estatal y paraestatal asociado y vinculado con la atracción a la inversión extranjera. Estamos siendo espectadores de un verdadero genocidio diseñado, planeado para hacer posible los intereses del capital que no es más que uno; incrementar su tasa de ganancias a cualquier costo.

CI: Una de las razones por las que Estados Unidos había demorado la aprobación del TLC era precisamente esa violación sistemática a los derechos humanos, pero recientemente fue aprobado y firmado ¿Mejoró la situación?

Cristóbal Silva: Una economía en crisis como la estadounidense lo que buscaba era un mercado que suele ser muy atractivo como es el colombiano; un mercado que ofrece materias primas como petróleo (no es mucho pero igual se lo están llevando), que ofrece recursos como el oro, la biodiversidad, un mercado atractivo de tierras para la producción de agrocombustibles, la producción de celulosa como hemos visto en algunas regiones del Meta, Urabá y del Magdalena medio; la producción de palma aceitera y obviamente una fuerza de trabajo joven. Human Rights Watch (HRW) demostraba en su último informe que Colombia seguía siendo el país más peligroso para ejercer las libertades y los derechos sindicales. La firma del TLC obedece a un nuevo momento donde los Estados Unidos quieren recomponer su hegemonía y además de asegurarse un mercado para sus productos, quiere elevar a Santos a la categoría de líder de la región.

CI: Hablemos de lo local: según sus investigaciones ¿Cómo se desarrolla en Bogotá esta cara y sello de inversiones y precarización?

Cristóbal Silva: Bogotá hay que entenderla como región central, que involucra todo un perímetro rural y urbano organizado dentro de las lógicas del capital global. Bogotá como perímetro urbano tiene mega proyectos que son muy atractivos para el capital pero muy lesivos para las mayorías como el proyecto del MURA (Macroproyecto urbano regional del área de influencia del Aeropuerto El Dorado), el Plan Centro y los ordenamientos que buscan convertir a Bogotá en un escenario que comanda espacialmente el capital. Bogotá está en función de los grandes capitales especulativos. Del 100% de los capitales que llegan al país el 63% se queda en Bogotá y eso no repercute, como denunciamos en la investigación, en derechos, sino que repercute en la gestión de programas asistencialistas focalizados como Bogotá Emprende o Bogotá Trabaja. Esto no genera condiciones de trabajo dignas donde se le den a los jóvenes un trabajo estable con contratos, con la posibilidad de la pensión, de la seguridad social, de un poder adquisitivo de salario sino que son trabajos basura, son trabajos limitados en el tiempo, son trabajos concentrados en el tercer sector de la economía que es el sector servicios donde más se especula y donde el capital financiero menos fricciones tiene en su regulación de política pública.

Hoy en el sector financiero, por ejemplo, trabajan mujeres jóvenes en condiciones de flexibilización laboral. Esto lo hemos visto en algunas entrevistas y encuestas que hacíamos; mujeres que ya no trabajan ocho horas, sino que tienen que quedarse en la oficina adelantando una contabilidad para el banco y ejerciendo un trabajo polivalente, es decir que ya no lo contratan a usted para hacer una actividad, sino para hacer muchas actividades por el mismo salario.

CI: En el caso de Bogotá, en el caso de los organismos distritales ¿ha existido una política para resolver la situación laboral y su precarización?

Cristóbal Silva: Después de ocho años de administración del Polo Democrático Alternativo lo que podemos decir es que sus gobiernos han sido funcionales a la acumulación de capital. No hubo una estrategia desde el Concejo de Bogotá, ni desde la alcaldía, para tratar de regular, para tratar de generar una fricción al nivel de especulación capitalista que se hace en Bogotá. Esta ciudad es hoy un escenario estratégico no solo para lo que representa región central sino también en términos de la especulación financiera. Bogotá es una de las zonas más apetecidas de América Latina para la especulación y el uso monopólico de los suelos. Todo está atado al sistema financiero.

Otro acontecimiento paradójico, pero que viene desde administraciones antes del Polo, es que un gran número de los trabajadores y trabajadoras que laboran como funcionarios en la misma alcaldía, en la misma administración Distrital, y que son jóvenes, nunca tuvieron contratos; fueron trabajadores temporales. Encontramos casos de trabajadores los cuales durante ocho años fueron temporales y nunca pudieron adquirir un contrato indefinido. Se movieron a través de contratos temporales de seis o 10 meses, lo cuales alguna veces eran renovados en condiciones más precarias. Entonces si el mismo funcionamiento del distrito, de la alcaldía que ha estado en manos de un partido de izquierda no resolvía el problema de la precarización ¿qué se puede esperar del resto?

CI: Para finalizar ¿Cuáles son las propuestas y apuestas que surgen de esta investigación?

Andrea Cely: Pensando en las centrales obreras y en la intención de la Cut y de la OIT en la investigación, encontramos tres puntos de apuesta organizativa: primero decimos que en medio de esta situación es importante seguir luchando por un marco de derechos dentro de la OIT a nivel internacional para el sector de la informalidad. Consideramos que el marco de derechos actual está enfocado básicamente en garantizar derechos dentro de un entorno formal del trabajo pero no está dando oportunidades para aquellos trabajadores de la informalidad y la precarización. Igualmente es necesario demandar derechos laborales para estos trabajadores, por otro lado está el bienestar social en el que se debe hacer una demanda al Estado en términos de vivienda, de salud, educación, de una redistribución de las ganancias.

Por otra parte hay que buscar caminos de asociatividad en el territorio porque en este momento como los jóvenes no tenemos un lugar de trabajo estable, unas relaciones estables o un horario, es mucho más difícil generar organización y encuentro desde los sitios de trabajo. Por eso se nos ofrece el territorio o el escenario en donde vivimos como una posibilidad para lograrlo.

En términos de asociatividad pensábamos en unidades productivas, en redes productivas en los barrios pero también en una asociatividad en términos de identidad como jóvenes que pudieran ofrecer también una posibilidad de vida distinta en el territorio, entendiendo que en Bogotá también hay una estigmatización sobre la vida de los jóvenes. Generar asociatividad en términos productivos y de identidad juvenil podría llegar a ser una apuesta de resistencia en los barrios frente a la situación que se está viviendo. Digamos que esto es a manera general lo que encontramos. En el libro está más detallado, hay una parte en la que resaltamos afirmaciones de los mismos jóvenes en donde se ve muy concretamente y con un conocimiento muy amplio las condiciones de vida, qué se podría exigir en términos de salario, en términos de horarios y condiciones laborales en general.

Cristóbal Silva: Finalmente uno ve afortunadamente que iniciativas como el Congreso de los Pueblos, la Marcha Patriótica, la Comosocol, el mismo Polo al que todavía le exigimos entereza ética y política, son escenarios para juntar propuestas y hacérselas al país. Es grato ver como todos estos sobrevivientes de este genocidio vienen juntándose, liderando, discutiendo, vienen elaborando propuestas. Yo siempre he considerado que el pueblo siempre se salvara a sí mismo si tiene la posibilidad de organizarse, de hacer política, de soñar política y de construir alternativas. Seguirá siendo como un acto de esperanza, en silencio, con humildad, con tranquilidad, sin dogmatismos, sin sectarismos, sin vanguardismos, porque hoy el reto de esos sobrevivientes es construirse un país donde quepamos las mayorías y donde a las minorías tendremos que arrinconarlas con la movilización, la lucha, la elaboración de agenda y de propuestas y creo, y soy muy optimista, de ese pueblo que se está movilizando, que lucha, que confronta, que construye alternativas aquí y ahora y que está elaborando agendas colectivas para hacerle una propuesta a la sociedad y creo que por ese lado hay que trabajar y llenarse de optimismo porque el reto es de larga duración. En estos escenarios los jóvenes trabajadores son imprescindibles.

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