HISTORIA Y EDUCACIÓN
Imagen: eduteka.org
Si se enseñara objetivamente la historia, los pueblos se insurreccionarían.
Por Ulises Casas Jerez [casasulises@...]
Algunos medios de la misma clase económica y políticamente dominante, se “duelen” por haberse retirado del pensum oficial la enseñanza de la Historia, en particular, y haberla introducido en un área general de “ciencias sociales”. Se razona que por ignorarse la Historia la población ha perdido el sentido de pertenencia y de su origen; que se constituye en un elemento que impide unas relaciones sociales menos violentas o discriminatorias.
Que la enseñanza oficial haya retirado la cátedra de Historia, tanto universal como nacional, no es algo casual o carente de significación real. Ello obedece a motivos de dominio ideológico de las clases dominantes. En efecto, la enseñanza de la Historia puede traerles problemas ideológicos y políticos. La Historia, así sea enseñada en forma tergiversada u ocultando algunos acontecimientos y su significación o interpretación, puede incitar a buscar la verdad por los mismos que la reciben como lección; esto porque la Historia es una especie de “aventura” de la Humanidad, de los diversos grupos y comunidades que habitamos el planeta Tierra. Todo lo que signifique confrontación, derrota o victoria del ser humano, es apasionante para buena parte de la población; el recuerdo de sus héroes o mártires, valientes o cobardes, pobres o ricos, es como recrearse en una novela que la vida misma siente como propio. Entonces se corre el peligro que puede significar la enseñanza de la mism! a; es mejor para las clases y sectores dominantes enseñar las ciencias exactas, la geografía, la biología, la zoología y, particularmente, la religión, aunque ésta sea importada o corresponda a otros pueblos como es el caso del cristianismo.
La Historia ha sido enseñada, antiguamente en nuestro país, en forma mecánica, es decir, sobre personajes, hechos y fechas; pero ese modelo de enseñanza iba siendo superado en Colombia y a mediados del siglos pasado aparece la denominada “nueva historia”, en donde se analiza a fondo, relativamente, esa realidad de nuestro proceso histórico; aparece, entonces, el papel desempeñado por sectores sociales que no relacionaba la enseñanza tradicional conservadora y clerical; se hace referencia a la presencia histórica de los sectores obreros, artesanales, campesinos, intelectuales, y similares; se descubre la verdadera motivación del acontecer económico, social, ideológico, político y cultural. Se devela el interés económico, social, político y cultural de los sectores dominantes, el protagonismo de personajes provenientes de la aristocracia española que generó el criollaje nacional y su trascendencia y dominación de los gobernantes posteriores a la consolidación de la independe! ncia del coloniaje español.
Algunos historiadores le dieron un “vuelco” a la narración histórica colombiana y esto se convirtió en algo peligroso para la estabilidad institucional oligárquica liberal-conservadora; entonces había que cortar de raíz un elemento de ese peligro y la enseñanza de la Historia era necesario eliminarla en la escuela, el colegio y la academia. Aún sobrevive la Academia de Historia, como una especie de relicario de la geriátrica histórica conservadora-clerical. Y posee sucursales en diversas capitales de los Departamentos.
Ahora, el Estado colombiano se encuentra en una crisis de identidad económica, social, política y cultural; de las “guerras civiles” del siglo XIX se pasó a ciclos de violencia partidista que dejó cientos de miles de muertos; el último conflicto del cual siguen existiendo vestigios de criminalidad indiscriminada pero organizada, ha creado un caos en la aplicación del código penal; ha sido de tal magnitud, en lo que se refiere a la cantidad de individuos involucrados, que es imposible llevarlos a todos a los estrados judiciales; se habla de una “justicia transicional”, término acomodado a la imposibilidad física de juzgar a decenas de miles de sindicados de innumerables delitos, incluyendo muchos de “lesa humanidad”. Y se habla de buscar la “verdad histórica” aunque sea a costa de la impunidad de miles de criminales de guerra, de genocidas y de criminales que podrían ser llevados a las Cortes Penales Internacionales.
La ignorancia de la Historia sirve a los intereses de los sectores dominantes, porque ellos no tienen autoridad moral para juzgar a los criminales sindicados ahora. El mundo económico, político, social e ideológico de la sociedad colombiana, está involucrado en delitos de diferente tipo y particularmente en los de la corrupción que ha venido depredando el Tesoro Público. Con qué autoridad pueden juzgar a los criminales, autoridades comprometidas en la corrupción, con sueldos y pensiones millonarias producto de prebendas y trucos administrativos. ¿Qué autoridad puede tener el recientemente nombrado Fiscal General quien cobró a una Empresa de Salud honorarios por cinco mil millones de pesos y logró impedir, temporalmente, su intervención por el gobierno?
Lo que se propone es algo que cubre el pasado y qué mejor que ocultar la llamada “verdad histórica” del país. Naturalmente que hay personas que podemos conocer esa verdad pero no tenemos los medios de hacérsela llegar en plenitud al conjunto social y aún así, ese conjunto tiene otros intereses inmediatos que le impide interpretarla en forma real. La diversidad de objetos alienantes en la sociedad actual, es una pesada sombra que oculta todo el pasado.
Nosotros, diariamente y en forma desinteresada, llevamos análisis del acontecer histórico de nuestro país; hacemos una interpretación objetiva del mismo, pero quienes nos leen son un número insignificante y sin poder alguno sobre el conjunto social. Sin embargo, lo seguiremos haciendo a través de estos sencillos medios que nos permite la tecnología, la que es patrimonio de la Humanidad.
