El embuste de la tercera vía
Por María Jimena Duzán
La tercera vía es una corriente política desueta, como lo es hoy la socialdemocracia de los 80 o el neoliberalismo más puro de la Thatcher.
A Juan Manuel Santos hay que reconocerle la creatividad que siempre tuvo a la hora de reinventarse políticamente cuando estaba en el asfalto. Se inventó la diplomacia paralela en el gobierno de Samper, cuestionado por haber recibido dineros del narcotráfico en su campaña, y nos convenció a los periodistas de que él con sus conexiones en Washington iba a conseguir la certificación de Colombia en materia de lucha contra las drogas -cosa que no sucedió-; luego se inventó un golpe de Estado contra ese mismo gobierno y nos convenció a todos los periodistas catalogados por Samper como 'conspis', a Gabo y hasta el propio Felipe González de que se trataba de una propuesta de paz dirigida a encontrarle salidas al conflicto.
En los últimos años su creatividad la ha invertido en la construcción de una nueva faceta: la de pensador político, sobre todo luego de publicar su libro La Tercera Vía, en el que apareció como coautor con Tony Blair cuando, tengo entendido, aún no se conocían.
Estos y muchos otros recursos de marketing político que se me quedan entre el tintero le permitieron a Juan Manuel Santos mantenerse vigente como todo un autoprecandidato a lo largo de la década de los 90 y hasta mediados de esta. Sin embargo, esos trucos que antes hacía como candidato no le quedan bien como Presidente de los colombianos. Lo digo porque ahora nos quiere convencer de que su gobierno de centroderecha va a seguir los postulados propuestos por la Tercera Vía de Tony Blair. Y como para que no haya duda de su compromiso con la Tercera Vía, luego de una entrevista con el ex primer ministro inglés, en su periplo por Europa como Presidente electo, Santos anunció el envío de una comisión que llegará próximamente a Colombia para trabajar temas internacionales.
Primera consideración: con la importancia que nos merece el ex primer ministro británico Tony Blair, la Tercera Vía es una corriente política desueta, como lo es hoy la socialdemocracia alemana de los 80 o el neoliberalismo más puro de la Thatcher. No hay ningún gobierno en Europa que la practique y ni siquiera la reivindica el laborismo inglés, derrotado estruendosamente en las pasadas elecciones.
La Tercera Vía fue una corriente política que nació en Europa en los 80 con un solo objetivo: frenar la radicalización que había en el laborismo inglés -y en la socialdemocracia europea en general- con el propósito de reconquistar el poder y llevar a ese partido hacia el centro del espectro político, como lo hizo Tony Blair. Varios analistas incluso han afirmado que este viraje de la izquierda al centro hecho por Blair en el laborismo fue más allá, y que su Tercera Vía quedó más cerca del legado de la Thatcher que del de Giddens, quien es considerado el verdadero padre de la Tercera Vía.
En el caso de Juan Manuel Santos, ese viraje hacia la centroderecha es innecesario por obvias razones: él está ubicado en ese espectro hace mucho tiempo y no tiene que emprender periplos para llegar a donde ya está.
Igual de descabellada me suena la comisión de la Tercera Vía que nos ha anunciado desde Londres. Ya el ex presidente Andrés Pastrana y varios analistas en su momento criticaron y se opusieron abiertamente a crear una comisión de asesores extranjeros que fue integrada a última hora por el gobierno Uribe, aduciendo, con razón, que la política internacional no debería ser formulada por asesores extranjeros sino por colombianos. El informe de esa comisión acaba de salir y ya Juan Manuel Santos está diciendo que va a crear otra para hacer lo mismo. ¿Es este su primer acto como el Presidente de la Tercera Vía?
Eso de que su gobierno va a ser de la Tercera Vía tiene todo el empaque de ser otro de esos malabarismos que se justifican como candidato pero no como gobernante. Aquí Santos tiene que enfrentarse a suficientes problemas de carne y hueso como para que comience su gobierno inventándose adornos ideológicos.