“Soy del pueblo Pijao del territorio de la Gran Laguna Seca, soy de una comunidad indígena que -hace más de medio siglo- migró por el río arriba del Magdalena, cogiendo los ríos Tetuán y Coello e internándose en la montaña para favorecerse de sus perseguidores: los ‘conquistadores’”, Dora Liliana Tavera.
Por los ríos Tetuán y Coello, hace más de medio siglo, muchos indígenas del Pueblo Pijao dejaron su tierra y se internaron en la montaña para favorecerse de la persecución de los españoles que invadían -sin dios ni ley que les impidiera- no sólo el territorio ancestral, sino la cultura indígena y la soberanía de nuestros pueblos originarios. “Yo hago parte de ese grupo de indígenas que migraron a la Sierra” dice Dora Liliana Tavera, una mujer que ha llevado el mensaje indígena y el tema de mujer a sus comunidades y al país.
En su consejería se han realizado dos Asambleas de mujer indígena; la primera realizada el año pasado en el departamento de Caldas, la segunda realizada recientemente en territorio ancestral del Valle del Cauca -asentamiento Cajones, municipio Florida- donde una comunidad del Pueblo Nasa acogió la Asamblea con afecto y hospitalidad.
De la Asamblea
Los dueños ancestrales de las tierras se quedaron sin ellas
Mangas del Chimbá, territorio de la Gran Laguna Seca, es una de las cinco comunidades indígenas del municipio de Rovira al centro del departamento del Tolima (otras son: Ceiba de Guacó, Cañón de Chilí y Puente Tualmo).
La historia y perspectiva de esta comunidad son las mismas del Pueblo Pijao y sus mujeres: trasmitir la herencia hospitalaria y cultural a sus hijos, construir un país digno en medio del conflicto, adquirir -o mejor que les devuelvan- su territorio para mantener su cultura y vivir bien de acuerdo el principio colectivo de los pueblos originarios y que les dejen vivir tranquilos en lo que fue la cuna de sus ancestros, entre otras expectativas.
Recogiendo la nostalgia de los Pijao por su territorio un postulado indígena advierte que cuando a un pueblo se le niega su territorio, se le está negando el derecho mismo a existir y al Pueblo Pijao históricamente se le ha negado este derecho. “Somos conscientes que los colombianos tienen derecho a poseer tierra para trabajar. Pero lo que no entendemos es por qué muchos colombianos se tomaron tanta tierra y no nos dejaron a nosotros ni siquiera la suficiente para vivir de ella”, cuestionó Belisario Tique, un anciano de 80 años y quizá de los últimos caciques Pijao
Los Pijaos de Rovira no sólo no tienen territorio, sino que han tenido que persistir para que se les reconozca su condición de indígenas ante las instituciones locales y nacionales de gobierno y por ende ante la sociedad.
Además del anciano Belisario, la consejera Dora, los caciques y dirigentes pijaos han reclamado para sus comunidades el derecho al territorio como fundamento de su vida y su cultura. Así lo corrobora la Onic en un documento reciente; “para los pueblos indígenas su cosmovisión, su ancestralidad, su tierra, sus selvas, sus ríos, la naturaleza y el cosmos son sus vínculos afectivos vitales para la existencia”.
Germán Santamaría, escritor colombiano, por su parte concluye: “en esta forma, mientras los propietarios de las haciendas explotan la tierra sin ninguna preocupación de perderla, los indígenas la aguardan. Aunque ya no con tanta esperanza…”
Mangas del Chimbá, “Frente al Otro”
Mangas del Chimbá es una comunidad rodeada de cerros y ríos, y poseedora de un gran secreto y profecía indígena, esta historia nos la cuenta una de sus hijas: Dora Liliana Tavera
“Soy del pueblo Pijao del territorio de la Gran Laguna Seca, soy de una comunidad de Sierra de la zona cafetera; un grupo de indígenas que en la época de la conquista tuvieron que migrar por el río arriba del Magdalena, cogiendo el río Tetuán y luego el río Coello e internándose en la montaña para favorecerse de sus perseguidores los ‘conquistadores’.
Mi comunidad es muy pequeña: 22 familias, estamos ubicados en la Vereda Los Andes, mi comunidad se llama Mangas del Chimbá; quiere decir “Frente al Otro”, en lengua Pijao. Es porque mi comunidad está frente a dos cerros, entonces cuando uno se levanta en la casa de mi papá, lo que está al frente es un cerro grande y si da la vuelta hay otro cerro grandote.
Es una zona muy cálida, 1.200 metros sobre el nivel del mar, zona cafetera no tenemos tierra, pero mi comunidad ha luchado mucho por ser reconocida, no tenemos todavía ese reconocimiento oficial por parte del Ministerio del Interior, pero hemos sido muy persistentes y lo seguiremos siendo.
Mangas del Chimbá es una comunidad muy pequeña; todos somos familiares, un grupo de familias que se asentaron allí…
Este Relato, es -quizá- la primera vez que se escribe, pues ha estado de boca en boca de los ancestros pijaos, como parte de la oralidad indígena;
“mi mamá -agrega Dora- dice que mi abuela le contaba que luego de muchos años la Gran Laguna Seca volverá a llenarse de agua.
Hoy que nos sentamos y hablamos con mi mamá -en la Barbacoa- cuando uno escucha por ejemplo el Triangulo del Tolima, la Paladraga de Ataco, todas esas explotaciones que hacen en territorio pijao mi mamá dice: ‘si ve, mija que no va a pasar mucho tiempo para que esa laguna se vuelva a llenar’; eso nos preocupa, pero es el curso de la naturaleza…”
Las administraciones de Rovira, una negación paradójica
El municipio de Rovira
“Siglos después -siglo séptimo de nuestra era- incursionan grupos pertenecientes a los Caribes. Puede decirse que, son los primeros habitantes que consolidan un asentamiento propiamente dicho en estas tierras... En estos asentamientos estaban los Chapíes y los Calarmas pertenecientes al ramal de los Pijaos y los Guacoes al ramal de los Panches”.
Esto ha sucedido en Rovira desde su misma fundación en 1570 por Félix Montealegre, Pedro Rodríguez y Juan de Dios Marroquín, pero también ha sucedido en general a los pijaos del Tolima que han sido blanco de persecución, despojo y sobre todo no han contado con el apoyo de instituciones del gobierno, éstas -incluso las administraciones de Rovira-, por el contrario, se han convertido en sus verdugos.
Paradójicamente las administraciones municipales que se ufanan, en su página Web y en sus discursos, que Rovira es una tierra indígena, en sus planes de desarrollo y en la práctica no reconocen a los pijaos su condición de indígena; “el discurso de los alcaldes era que en Rovira no había indígenas”, asegura Dora.
Hoy al menos gracias al esfuerzo de esta mujer, madre de dos hijas, y otros dirigentes indígenas ya se reconocen algunas comunidades al menos a nivel local, pues a nivel nacional el Ministerio del Interior aun no ha reconocido oficialmente estas comunidades.
Rovira es de los pocos municipios del país que no ha reconocido los territorios indígenas como resguardos, aunque los gobernantes para vender imagen aseguren que esta tierra es “cuna indígena”.
Los pijao de Mangas del Chimbá, representados en la autoridad de Dora reclaman el derecho inherente y legitimo que tienen sobre su territorio, y continúan gestionando el derecho inalienable al territorio que establece la constitución nacional.
Conservan la esperanza de obtener pronto su territorio y el reconocimiento a él y no como parece hasta hoy que más bien hay un retroceso hacia el fenómeno de terrazguería
Dora, el espíritu colectivo de su pueblo
Como mujer indígena lleva un arraigo profundo de su ancestralidad y su tierra; por eso reclama con perseverancia para su comunidad el derecho al territorio. Dicen de ella sus compañeras que aunque muy joven ha puesto todo su empeño al proceso indígena, al proceso de mujer indígena y que se sienten, de verdad, representadas en ella.
En este sentido, Blanca Andrade -pueblo nasa- una de las voces sabias y resistentes del Movimiento indígena nacional expresó, con dos frases magistrales, su reconocimiento por esta mujer pijao, madre de dos hijas: “exalto la fuerza de Dora, veo mucha esperanza en ella, a pesar de su juventud le auguró mucho trabajo y mucho empeño para superar los obstáculos que afronta, hoy, la mujer indígena”.
Dora comenzó el trabajo comunitario desde muy joven; “desde niña -dice- claro que lo que uno hace de niño es molestar…” Luego de joven siempre estuvo vinculada al proceso organizativo de su comunidad.
Posteriormente fue gobernadora de Mangas del Chimbá (6 años, 1997-2003), “esa fue mi escuela organizativa porque uno aprende mucho; aprende que la comunidad es una parte fundamental de la sociedad; nosotros los pijaos estábamos en medio de campesinos y colonos que nos discriminaban y esos seis años fueron mi escuela porque pude sentar el precedente en el cual se les demostró que ser indígena no implica ser inferior, sino diferente e importante como todos…
“Mi trabajo como gobernadora me permitió conocer otras comunidades y empezar a hacer un intercambio… periodo, en el cual hicimos un trabajo a favor de las cinco comunidades que hay en Rovira;empezamos a incidir mucho en la administración municipal porque en ese tiempo mi comunidad no era siquiera reconocida en el municipio, el discurso de los alcaldes era que en Rovira no había indígenas; el proceso que hicimos logró que los alcaldes reconocieran esas cinco comunidades de Rovira”.
Durante estos seis años su trabajo se incrementó; el Crit la eligió vocal -representante- de estas comunidades; por tres años fue miembro del Consejo directivo de la organización departamental (2000 -2003), tiempo en el cual se relacionó más con otras comunidades.
Luego se desempeñó como tesorera del Crit hasta 2007. Durante su trabajo en la parte administrativa aprendió que las organizaciones indígenas necesitan formación en estas áreas; “es fundamental que tengan una visión clara y, también, formación técnica para fortalecer el proceso y las organizaciones”.
Este bagaje organizativo hizo que el Pueblo Pijao eligiera a Dora como su representante en la Onic y representante de su Macro (centro).