Imágen: Uribestiario.comLa paradoja del referendo reeleccionista
Por: Mario Morales
ES LA PARADOJA DEL PESTILENTE Y doloroso momento que vive el país. Hago fuerza, como muchos, para que más allá de los evidentes vicios y componendas que acompañan al referendo reeleccionista, el proyecto pase en el Senado, supere la conciliación con la Cámara y convoque la voluntad popular.
Lo único que no puede pasar es que una sentencia o la falta de unos votos parlamentarios le den la excusa perfecta al presidente Uribe para pasar a la historia, así sin más, en el papel de víctima y que las próximas generaciones se queden suspirando por lo que pudo haber sido y no fue.
Llegada es la hora de confirmar o desechar el mito de la voluntad popular en torno a la continuidad de Uribe (escrito así, sin reverencia, a pesar de lo que “aconseja” el manual de estilo que está dando a conocer su Secretaría de Prensa).
Deslegitimada la representación del Congreso que se ahoga en sus hedores con miembros que no fueron elegidos directamente, que obtuvieron menos de mil votos, que están investigados, que renunciaron para evadir la justicia o que están detenidos o condenados por crímenes atroces…
Perdida la confianza en los organismos de control que como la Procuraduría corrieron a “investigar” a los asesores del Palacio de Nari para darles la pronta absolución que los deje atornillados en sus puestos…
Para no hablar del terror que producen las actuaciones del DAS…
Resta pues la apelación al constituyente primario, con todos los riesgos que eso implica en un país polarizado, armado, clientelizado y carcomido por la corrupción y la politiquería.
Quedaría una pequeña posibilidad de saber si avanzamos en madurez política, como dicen en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla, entre otras; o si tenemos la baja estatura moral y ética refundida con la legalidad, como dio a entender a gritos el ministro Zuluaga…
Tendríamos una oportunidad para la decencia y la dignidad… O para manifestar por esta vía, antes de que suceda por otras, si nos merecemos estos gobernantes, estas instituciones y estos hedores que nos identifican ante al mundo…
Tendríamos poco que perder. Paradójico, ¿verdad?
· Mario Morales
