Nuevos estertores del sistema a la vista
Que el fin del capitalismo, tal como lo hemos conocido hasta ahora, es cada vez una perspectiva más certera. La dificultad está en levantar un proyecto alternativo y emancipador.
Tres planos de la crisis capitalista
El capitalismo en su globalidad, y
El capitalismo en su globalidad, y específicamente el financiero, no superará su crisis y ello por, al menos, un decálogo de razones: 1) Falta liquidez en el sistema; que la tengan los grandes especuladores mundiales no cuenta. Los gobiernos no les requisarán capital para insuflar dinero al sistema. 2) Los bancos y las grandes financieras se van descapitalizando rápidamente por falta de circulante, fortísimo descenso de inversiones recientes en renta variable y fondos estructurados (que tienen mucho que ver con la crisis) y creciente morosidad mundial. 3)Los activos tóxicos, en un sistema global, contaminan a los que no los son porque la estructura financiera se articula en base a productos cruzados, que se intercambian. 4) Las entidades financieras no saben qué parte de sus activos son realmente tóxicos y cuáles están realmente limpios. 5) Aún no ha aflorado más que una parte de ellos (después de Madoff, el multimillonario tejano Robert Allen Stanford ha estafado más de 8.000 millones de dólares, de momento). 5) Se desconoce la profundidad del agujero financiero mundial. 6)No hay autoridad financiera mundial (FMI) capaz de establecer qué criterios deben seguirse ante la crisis e imponerlos a las entidades financieras y a las economías de los países. 7) Los estados no tienen en sus bancos nacionales oficiales dinero suficiente para mantener los bancos privados y reflotarlos. 8) Nacionalizar la banca, sin tocar las reglas del sistema, es inútil porque el problema no es simplemente de falta de liquidez sino del modo en que el capital circula, de su desregulación legal, de su capacidad para el camuflaje en productos financieros opacos y de su gigantesco poder para autonomizarse de las decisiones del poder político. 9) La aportación de ingentes masas de millardos de euros o de dólares por los Estados para salvar al capital financiero provocará la quiebra fiscal de los mismos. 10) La economía productiva está dejando de ser un proveedor de beneficios para el sistema financiero porque el descenso del consumo es brutal y no entra provisión de caja desde los bancos o lo hace a intereses absolutamente draconianos de dos cifras.
Ahora el FMI anuncia nuevos hundimientos en cascada en bancos y entidades financieras y voces conspicuas entre los empresarios del dinero auguran ya nuevas oleadas de nacionalizaciones. Afirman que no será el fin del capitalismo pero sólo el enunciado de tal idea en su boca indica que no desechan, en absoluto, esa posibilidad. Sus pesadillas son nuestros sueños.
El colapso ha venido de ser ésta en la que estamos la última fase de crecimiento y acumulación de sistema. La autonomía del capital financiero, el valor del dinero en sí mismo, por encima de la economía productiva y real, la conversión del dinero en mercancía en sí misma, es lo que ha producido la crisis. En la teoría marxista el dinero es el equivalente general que permite el intercambio de todas las demás mercancías y productos entre sí. Al ignorar esa función, convertirse en mercancía suprema del crecimiento económico y privatizarse el regulador financiero, el dinero ha volado libre en una gran burbuja hasta precipitarse al abismo. Sin economía productiva en la que referenciarse el capital financiero no es más que un inmenso juego de monopoly, que pronto se verá que también tiene una banca y un valor de ficción.
Lo más problemático de todo el dantesco escenario humano de cientos de millones de trabajadores parados, crisis de legitimación de la democracia liberal, estallidos de violencia sin dirección política y otras consecuencias que pronto detonarán no es tanto lo que suceda en la esfera de lo económico sino el desajuste en ritmos y tiempos entre la esfera de la economía y la de la política. La izquierda está reaccionando demasiado despacio. Va por detrás de la economía y de los cambios. No los impulsa ni hegemoniza. La izquierda domesticada y de matriz ideológica liberal actúa como si creyera que tras el diluvio vendrán el arco iris y el sol. No tiene soluciones, está atrapada dentro del sistema, al que pertenece y al que sirve con un estúpido, y cada vez menos escuchado discurso de “refundación del capitalismo”. La izquierda marxista se encuentra en la encrucijada. La de los agónicos PCs, que esperan su supervivencia y vuelta a un nuevo esplendor por arte y magia de la decepción de los trabajadores respecto de los socialistas. Pero su práctica política bascula entre el discurso anticapitalista y su práctica política socialdemócrata. La izquierda revolucionaria y anticapitalista adolece una tremenda debilidad organizativa y de peso social y político pero posee un diagnóstico muy acertado de la crisis y unas propuestas que se acercan a un programa político adecuado al momento. Su línea política es la necesaria. Su reto: ser capaz de romper el cerco, establecer alianzas con los sectores más conscientes de la izquierda, que aún no han encontrado su rumbo, y hacer llegar su discurso a una clase trabajadora adormecida, aterrada ante el futuro y con una rabia ahogada que, de no encontrar salida desde la izquierda, puede echarla en brazos de la extrema derecha, del neofascismo. Hoy más que nunca es necesario poner en pie un proyecto anticapitalista poderoso y combativo.
www.kaosenlared.net/noticia/nuevos-estertores-sistema-vista